sábado, 28 de septiembre de 2013

TEMA 1. INTRODUCCIÓN A LA LITERATURA UNIVERSAL


Tema 1- Introducción (*)


·         Literatura ¿universal u occidental?- El tema del canon literario.

·         Tradición y originalidad en la historia de la literatura

·         La temática común: los tópicos literarios

·         La valoración crítica de las obras literarias.

·         La terminología literaria: Métrica y recursos.




Nuestra asignatura recibe el nombre de Literatura universal, lo que suscita las siguientes preguntas:

¿Vamos a estudiar la producción literaria de todos los tiempos y los ámbitos culturales del mundo?
¿Vamos a estudiar todas las obras literarias, incluidas los best-sellers o sólo las obras cultas?

La respuesta a la primera de las preguntas es negativa: el contenido de la asignatura sólo comprende el ámbito cultural occidental, excluyendo las literaturas orientales y africanas.

La respuesta a la segunda de las preguntas es que vamos a estudiar las obras de la literatura
Occidental que forman parte del CANÓN.

¿Qué es el CANON? El canon occidental es el conjunto de las obras literarias que son consideradas clásicas, esto es, imprescindibles y dignas de admiración, comentario y lectura en todo tiempo, para la literatura universal en Occidente. Las obras y autores canónicos de la cultura occidental, sus dos pilares principales, que han suministrado la mayoría de sus mitos, historias y leyendas, son fundamentalmente Homero y la Biblia, y después Platón, Aristóteles, Esquilo, Sófocles y Eupides, Plutarco, Virgilio, Cicerón, Horacio, Ovidio, Marcial, Dante, Cervantes, Shakespeare, Voltaire, Kant, Rousseau, Goethe, Walt Whitman, Edgar Allan Poe, Franz Kafka, Fedor Dostoievski, James Joyce, Marcel Proust, Fernando Pessoa, Samuel Beckett, Jorge Luis Borges, Charles Baudelaire...

¿Quién establece el canon? Fundamentalmente los críticos y estudiosos de la literatura y los propios escritores. Por eso, en muchas ocasiones, las obras clásicas no se corresponden con las obras más leídas y populares entre los lectores ( los llamados superventas o best-sellers)

 TRADICIÓN Y ORIGINALIDAD


En el mundo del arte (como en la adolescencia), una de las tentaciones más frecuentes es el adanismo: creer que con uno mismo empieza el mundo, no reconocer padres ni antecedentes. En realidad, como definía Eugenio d'Ors, la cultura supone conciencia de continuidad (lo que no es tradición, es plagio)

Me parece indudable que la obra literaria se sitúa, desde su nacimiento, como un eslabón más de una enorme cadena: la tradición literaria. En nuestros días, varios estudios lo han subrayado especialmente: así, Highet puso de manifiesto la existencia de una tradición clásica ininterrumpida que llega, por ejemplo, hasta James Joyce; Ernest Robert Curtius mostró la dependencia de las literaturas europeas respecto de la Edad Media Latina, concretada en una serie de «tópoi», fórmulas o lugares comunes nacidos de la tradición rétorica y de la enseñanza; en el ámbito de lo español, en fin, Otis H. Green se ha opuesto a los que subrayan la peculiaridad de nuestra cultura (Américo Castro, por ejemplo) para mostrar su conexión con la occidental.

Téngase en cuenta que la búsqueda de la originalidad (que hoy llega, en ocasiones, a extremos verdaderamente grotescos) es de origen romántico. En todas las épocas, el creador ha escrito con su experiencia vital y su capacidad imaginativa, pero también, y de modo esencial, con todo su caudal de lecturas. No cabe mayor ingenuidad que la del jovencito aprendiz de escritor que no quiere leer para no perder su originalidad. Sin la aportación y asimilación de la literatura anterior, por ejemplo, ¿que quedaría de la obra de Garcilaso, Cervantes o Góngora? En nuestra época, por citar sólo algunos casos llamativos, ¿qué quedaría de Borges, Francisco Ayala, Álvaro Cunqueiro o Gonzalo Torrente Bállester?

Todo esto es perfectamente compatible con algo que ya he señalado antes: cada escritor quiere aportar su palabra personal, nueva, al mundo de la literatura; y cada escuela, por supuesto. Por eso, en la época contemporánea, se suceden los movimientos de vanguardia, con una velocidad acorde con la de las comunicaciones en nuestro tiempo. Cada grupo cree poder aportar una nueva visión del mundo y un nuevo estilo. Algunos de estos ismos pasarán con la rapidez de las modas; otros, dejarán su huella permanente y, por muy heterodoxos y antiacadémicos que hayan querido ser, se incorporarán a la tradición viva de la historia literaria. Este proceso (incorporación a la tradición de los femenos estéticos que nacieron para oponerse a ella) es algo absolutamente habitual e inevitable.

En este sentido, me parece falsa la oposición que se establece tan frecuentemente entre los escritores clásicos y los contemporáneos. Los verdaderos clásicos son los modelos permanentes, vivos, que siguen teniendo algo que decir a nuestra sensibilidad actual. A la inversa, detrás de un cuento de Borges o unos versos de Luis Cernuda hay toda una cadena tradicional sin la cual no existirían.

Como decía Strawinski, el que no aprecia el arte de su tiempo no aprecia, en realidad, el arte de ninguna época. Limemos las aristas polémicas de la frase y vayamos a lo esencial: ver la obra literaria como una experiencia viva. En el caso de la enseñanza, me parece indudable la conveniencia de que los alumnos presten atención a lo que se es escribiendo hoy en nuestro país, a lo que refleja la sensibilidad del momento presente.(…)

Claro que lo esencial no es la fecha de los libros, sino la actitud del lector ante ellos: enfrentarse con la obra literaria como con algo vivo, no con una ruina venerable; como una experiencia que puede ser decisiva en nuestro modo de afrontar los problemas cotidianos; como una «voz humana» que debe ser discutida críticamente, no aceptada con sumisión; como algo, en fin, que proporciona placer. En este sentido, puede ser más «viva» una lectura del Lazarillo que la de una mediocre novela contemporánea.

Para ello será preciso, me parece, no quedarse en asépticas descripciones formalistas, sino poner el texto en conexión con la experiencia histórica y estética de su autor y su lector.(…)

Hablar de tradición y originalidad no significa ser conservador o tener un gusto estético trasnochado. De esta relación dialéctica surge, realmente, la creación literaria.

Jorge Manrique sería inexplicable sin la tradición medieval ante la muerte, el «contemptus mundi», la fórmula «ubi sunt», la técnica de «exempla»; La Celestina, sin la comedia latina; el Lazarillo, sin el auge de la técnica autobiográfica en el clima erasmista; el Quijote, en fin, es la síntesis y superación de todas las formas narrativas anteriores

Tópico literario es una frase breve que en la tradición retórica y literaria une contenidos semánticos fijos con expresiones formales recurrentes y se repite, con leves variaciones, a lo largo de la historia de la literatura. Su conjunto o corpus es una serie de constantes temáticas, tópicos o motivos comunes ya prefijados (debido a su uso reiterado) que utilizan, como recurso, los escritores y poetas, conscientes de estar usando fórmulas o clichés fijos y admitidos en esquemas formales o conceptuales. En el caso de la civilización occidental, provienen, en su mayoría, de la cultura clásica grecolatina o de la tradición bíblica. Muchos se han mantenido desde la antigüedad hasta la actualidad.

La utilización inadecuada de un tópico literario puede incurrir en el vicio denominado lugar común, y en la carencia de originalidad.

Aunque el listado de tópicos literarios es muy amplio, una clasificación útil es agruparlos en los temas universales: vida, muerte y amor.

TÓPICOS SOBRE LA VIDA HUMANA Y LA MUERTE:


Aurea mediocritas ("dorada mediocridad", en el sentido de término medio o moderación).Aparece en la literatura clásica y en al Biblia como la alabanza de una vida sencilla, alejada del poder y de la squeda ansiosa de la riqueza.

Beatus ille ("feliz aquel" que se aparta del mundo para encontrar la soledad). Aparece por primera vez en Horacio, ha sido usado en la poesía española por Fray Luis de León Oda a la vida retirada.


Locus amoenus ("lugar ameno"). Se presenta la idealización de un lugar paradisíaco, ideal, donde el hombre entra en armonía con cada uno de los elementos de la naturaleza. Para los griegos (Idilios de Tcrito) y los romanos (Bucólicas de Virgilio), era la Arcadia feliz. Su contrario es el

Locus eremus (“lugar árido) propio de la literatura romántica, que consiste en la presentación de un paisaje que está en sintonía con los sentimientos alterados del hombre romántico ( mar embravecido, una naturaleza salvaje y agreste, etc…)

Ubi sunt? (“¿Dónde están?”). Es el lamento por la pérdida, la pregunta retórica (pues la respuesta evidente es "están muertos") sobre los momentos, lugares o personas que tras el paso del tiempo sólo quedan en el recuerdo y en la sensación de ausencia. Su uso más conocido en la literatura española es el de las Coplas por la muerte de su padre de Jorge Manrique.

El paraíso perdido es un tópico conectado con la rdida. De origen bíblico (Adán y Eva), su formulación quedó fijada en el título del poema de John Milton (Paradise Lost, 1667). Marcel Proust parafraseó el tópico para indicar que no hay más paraísos que los perdidos. Tiene muchas formulaciones posteriores (poesía romántica europea o literatura del s XX).

Tempus fugit (“El tiempo vuela, o huye”). La expresión invita a aprovechar el tiempo (de forma similar al carpe diem) en un sentido epicureísta o, en un sentido más estoico, a reflexionar sobre la brevedad de la vida y lo absurdo de pretender riquezas o poder, ya que la muerte nos llegará de improviso.

Carpe diem ("aprovecha el día"): Muy utilizado sobre todo en la época barroca, es una llamada al disfrute de la vida en cada momento, ante la inquietud por el paso del tiempo y la inevitable llegada de la muerte. De origen clásico (Horacio).

TÓPICOS SOBRE EL AMOR:

 Collige, virgo, rosas (“coge, doncella, las rosas”). Es una invitación a aprovechar la belleza cuando se es joven, puesto que el tiempo acabará con ella. Aparece por vez primera en un poema de Ausonio.

Descriptio puellae (descripción de la doncella). Responde a una fórmula muy conocida de la poesía de la Edad de Oro. El rostro es el centro de esta belleza, se habla de su cabello -rubio-, de su tez, del color blanco, de su frente, de sus cejas, de sus ojos, de su boca, de su cuello, de sus dientes con metáforas fijadas.

Donna angelicata (mujer angelical). Propio del Dolce Stil Nuevo italiano. La amada es considerada como un ser divino, puro e inteligente; pero, a la vez, es fría y distante (la Beatriz que guía a Dante en el Paraíso de la Divina Comedia).


Amor post mortem (amor después de la muerte), forma máxima de expresión de la fuerza del amor. Lo tratan muchos autores barrocos, prerrománticos y románticos.

Mal de amores: El amor es entendido como una enfermedad. El Mal du siècle (mal del siglo, por el siglo XIX) o mal de Werther, el personaje de Goethe prototipo del antihéroe romántico (Los sufrimientos del joven Werther), que desencantado y hastiado de la vida, termina en el suicidio.

Remedium amoris (remedio del amor o cura del amor), poema de Ovidio, plantea la posibilidad de tratar el amor con remedios, como una enfermedad.

Loco enamorado o locura de amor: el amante parece perder la razón en su intento por conquistar el favor de la amada, o perturbado por el desdén (real o aparente) con que ésta le niega su amor. Es el personaje de Ofelia en Hamlet.

El amor es ciego compara el amor con la ceguera y la locura. A Cupido se le representa cegado por una venda cuando dispara sus flechas.

Omnia vincit Amor (“el amor todo lo vence o el amor siempre triunfa”), que aparece en las Bucólicas de Horacio, además de ser un tópico erótico, lo es también de la justicia poética y en muchos casos se concilia con la moral sexual más convencional, especialmente cuando se le da el sentido de la recompensa a la fidelidad conyugal. Es ese el ejemplo de Pelope (el tapiz de Pelope, que teje y desteje para prolongar su espera), presentada como virtuosa frente a la casquivana Helena, cuyos amores tantas tragedias trajeron a los griegos (Ilíada). En muchos casos, desde una visión romántica, la justicia poética reserva una recompensa final a los amores clandestinos pero sinceros frente a los matrimonios de conveniencia (El de las niñas), que en otros casos se niega para los amantes más problemáticos, con un efecto dramático (La Celestina, Romeo y Julieta).


VALORACIÓN CRÍTICA DE UNA OBRA LITERARIA


Partimos de una reflexión. ¿Qué elementos caracterizan a esta obra para que se destaque dentro de la literatura universal?

Se sitúa la obra y el autor en su movimiento literario

Referencia brevísima al tema y al resumen. NO se resume.

Se destaca lo más característico de la obra: el planteamiento del conflicto, los personajes, las técnicas literarias utilizadas...las novedades respecto a la literatura anterior.

Conclusión: se resalta la importancia de la obra (o los problemas que pueda plantear la crítica) y aln aspecto que ha sorprendido, una aportación personal. No es me gusta, no me gusta”.Tiene que ser original.


Métrica y Recursos literarios.



Para profundizar en el tema : Para saber más



(*) Escrito original  de María Francisca Gago, profesora de Literatura Universal de 2º de bachillerato . I.E.S. Juan de Mairena. Curso 2010-2011

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